Para ser cornudo hay que estar casado. O al menos emparejado con alguien que es o va a ser quien te ponga los cuernos con su amante. En mi caso no lo estoy (casado), ni tengo pareja actualmente, pero si puedo decir que he llevado cuernos con mi consentimiento cuando he tenido pareja, y que el morbo que me produce ver -o imaginar- a mi mujer o a mi novia entre los brazos de otro o practicando sexo con él, o ser humillado por ambos al mismo tiempo hasta extremos increíbles es algo superior a mis fuerzas.
Nunca he sido protagonista de una escena como la del video de aquí abajo. Pero si os puedo asegurar que mi vocación de hombre sumiso y cornudo me hace sentir una terrible excitación y un morbo dificil de explicar, y que rara vez no termina en una paja.
Espero que lo disfrutéis vosotr@s también.