Por orden de la que fue mi Ama Lady Menphis escribí este relato para ilustrar su blog.
“Y me siento frente al ordenador a escribir y la verdad no se qué contar en estos momentos, pues son muchas y muy diversas las experiencias que os podría contar y mil maneras distintas que tiene mi Ama Lady Menphis de humillarme.
Por ejemplo como aquél día en que me descubrió haciéndome una paja frente al ordenador.
Mi Ama Lady Menphis y yo compartíamos un piso, y éramos simplemente amigos, pero Ella conocía mi condición de sumiso.
El piso que compartíamos era lo suficientemente pequeño como para pillarme infraganti nada más flanquear la puerta de entrada. Y yo no supe o no pude darme prisa para disimular la situación, además porque ya me había procurado yo diversas prendas íntimas de mi Ama, un tanguita y un sujetador negro, rescatándolas del cesto de la ropa sucia, extendiéndolas sobre el teclado del ordenador y que yo olía como un obseso mientras me pajeaba desnudo y arrodillado frente a la pantalla.
No me dio tiempo a reaccionar, y Ella entró, quedando estupefacta con lo que veía.
- Pero ¿qué cojones haces, cerdo? –Exclamó Ella ante la estampa. Allí estaba yo, desnudo completamente, arrodillado, y con mi ridícula pilila en estado de erección, y haciéndome una paja con sus braguitas sucias en la boca.
Yo intenté levantarme pero se adelantó poniendo su mano sobre mi hombro impidiéndome levantar: -Nó, ahora te vas a quedar ahí y vas a terminar lo que estabas haciendo, puerco. ¿Qué cojones te has creído?-
Mi Ama nunca ha sido bien hablada del todo, pero su tono esta vez me daba miedo. Y esto me excitó aún más. Con la cara más colorada que un tomate solo acerté a decir “perdón, Ama”, con la cabeza baja.
- Vas a terminar con lo que estabas haciendo pero como yo te diga, cerdo, que eres un cerdo. –Increpó Ella- ¡No te toques!
Y yo dejé de tocarme, mi excitación iba en aumento, mi pobre poya parecía que iba a reventar y ya asomaba una gotita preseminal y transparente, por el orificio de mi pene.
- ¡Levántate y ponte mis bragas! –ordenó Ella. Así lo hice yo. Y mientras me terminaba de ajustar la femenina prenda veo que agarra el teléfono móbil riéndose mientras murmuraba algo.
- No te muevas. –Me dijo mientras se dirigía a la otra salita marcando un número de teléfono en su móbil.
Yo me asusté y me puse muy nervioso, pues mi Ama era capaz de llamar a alguien para contarle lo ocurrido y humillarme aún más. Pero yo permanecí quieto, impertérrito, quizás inmovilizado por una masa compacta hecha de miedo, nerviosismo y excitación.
La escuché como comenzó a hablar con alguien pero no pude identificar la conversación, solo escuché que de vez en cuando soltaba una risotada, y seguía hablando.
Al cabo de unos interminables diez minutos regresó, pero su semblante ya no reflejaba risa. Mi minga explotaba aprisionada dentro del tanguita.
Venga, sácatela, puerco, y empieza a meneártela que yo te vea. –Ordenó Ella- ¡Pero ni se te ocurra correrte!
Empecé a hacerlo. Empecé a pajearme mientras Ella marcaba el ritmo: “Más despacio…”, de pronto: “más lento…”. Entonces explotó en carcajadas.
- Espera que ahora te van a ver todos, jajajajaja –Empezó a decir, riéndose, mientras salía hacia el pasillo y de lejos me decía:
- ¡No pares pero ni se te ocurra correrte, pajillero!
Yo empecé a temblar porque la veía capaz de llamar a alguien para que me viese en esa situación, incluso a una vecina con quien mantenía una buena amistad. Pero volvió enseguida con la cámara de fotos montada y comenzó a disparar una foto tras otras mientras no paraba de reír y de llamarme cerdo.
En cuestión de segundos alargó el brazo hacia el bolso que minutos antes había dejado sobre un sillón y sacó un consolador y un pintalabios:
- Espera, puta, que te voy a pintar los labios como una zorra.
Me pintó los labios y me dio su consolador que era una hermosa verga de latex.
- Chupa como una puta. –Y siguió haciéndome fotos- Túmbate en el suelo y sigue chupando como una puta.–
Me ordenó mientras seguía fotografiándome y riéndose a carcajada suelta de mí.
- ¿A ver? ¿descapúllatela? Ja ja ja ja ja–me ordenaba, y yo me cogía la pilila y me la descapullaba para que Ella la viese. Hizo una foto y soltó una risa.
- Qué cerdo… - Continuaba diciendo.
Finalmente me hizo poner de rodillas frente a Ella y me preguntó mientras yo no paraba de meneármela:
- ¿Quieres correrte cerdo?
Yo le contesté que sí.
- Pues venga, córrete que yo te vea, pero ni se te ocurra manchar nada.
Y así lo hice, desnudo, excitado y arrodillado frente a Ella, terminé de masturbarme corriéndome sobre mi la copa de mi mano izquierda procurando no manchar nada.
Echó una nueva risotada y se retiró a descargar las fotos en el ordenador.”